La primera vez que vi estos zapatos pensé que parecían deprimidos, por su forma, como decaídos. Aún así me fascinaron. No podía dejar de imaginarme caminando sobre ellos. ¿Serán pesados? ¿Serán tan incómodos como aparentan? Dicen que no, pues en su interior, tiene la forma de un zapato normal.
Lamentablemente poco después de mi idea de que parecían zapatos deprimidos me entero que quien estaba deprimido era él, el gran Alexander McQueen, el diseñador que siempre ha estado entre mis preferidos por ser tan extravagante pero sin ser ridículo en sus creaciones.
Hoy por hoy agradezco que Sarah Burton parece entender mucho de lo que había en la cabeza de diseñador de McQueen porque sus colecciones logran que su marca siga adelante como él hubiese querido. Una pena enorme que ya no esté entre nosotros. Imagino cuántas cosas más increíbles podría haber diseñado.
Aún así me quedo con su legado. Y sueño con caminar en estos tacazos de 35 cms.
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