miércoles, 28 de diciembre de 2011

Comemos tanta porquería

Ok, hablo por mí. Como tanta porquería.

Salgo de mi casa sin desayunar. En la oficina, tomo algún tecito, quizás café. Sólo como algo cuando mi estómago me lo pide a gritos o cuando alguien aparece con algunas facturas o masitas.

Almuerzo tempranísimo, claro por estar tantas horas sin comer. De buffette. Comidas rápidas y fácil de comer.

Meriendo sólo cuando ando por la calle a la tarde. He llegado a merendar dos veces en el día, haciendo tiempo en la calle, leyendo en algún bar, o escribiendo en mi laptop. A veces más sano, a veces no. Starbucks, Aroma, Café Martínez, Havanna, Tienda de Café, los conozco todos.

Cuando iba a la facultad (les conté que me recibí hace unos días?) comía cualquier porquería en los recreos. Papas fritas, pochoclos acaramelados, alfajores, y claro, muchas gaseosas.

Cena? Depende. A veces volvía a mi casa con dolor de panza de comer tanta porquería que me iba directo a la cama. Otras veces, decidía no cenar por el simple hecho de no tener que cocinar. Si mi mamá me espera con la comida, como. Aunque no siempre el plato entero.

En fin, mis hábitos alimenticios son un desastre. Si contara calorías me infartaría al conocer el número. Por suerte tengo una figura que (todavía) no se ve afectada con estas cosas.

Según mi mamá debería comer más:

+ carne, porque necesito hierro. Sobretodo teniendo en cuenta que mis últimos análisis dieron que algo de anemia tenía

+ lácteos, para fortalecer huesos y dientes. Desde chica mi vieja me obligaba y hoy por hoy la leche me da mucho asco.

+ vitamina c, para no engriparme.

+ potasio, mucha banana, para tener más 'fuerza'.

y no me acuerdo cuántas cosas más. Sí, le hago muuuuuucho caso yo a ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario